miércoles, 30 de diciembre de 2009

Arts Amatoria

El amor es como la poesía.
Se lee mil veces el mismo poema en la desesperación,
el lugar común,
el sitio conocido.
El que te moviliza,
el que sabe de ti,
el que te enamora,
te busca,
llega por sí mismo.

Quizá envuelto en un lindo papel con un gran moño rojo de terciopelo.
En estos días abro los poemarios que no he leído antes, talvez me sorprenda.
*****
Hay que quitarse el velo que empaña la vista, arrancarse la vieja carne, dejar los músculos sangrantes expuestos, llorar sal por los lagrimales, tirar a la basura los pensamientos utópicos, anudarlos y prenderles fuego.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Imágenes en puntos suspensivos

En la esquina una mujer carga a su bebé en un rebozo y extiende la mano a los coches.
Dentro del auto una niña lame la paleta grande que le regaló un extraño a la salida del colegio.
La conductora piensa en las deudas acumuladas del año.
Por la casa el árbol de navidad sin luces, adornos o regalos gime de tristeza.
Dentro del café una pareja se despide con lágrimas al borde jurando no volverse a ver.

El hombre con una flor marchita espera a la mujer de su vida en el parque.
Ella entra al departamento y la recibe un cachorro.

Hace unos días una casa explotó con dos niños pequeños adentro. La madre lo hizo arguyendo que estaba enojada con su hombre.

A mi diestra y siniestra dos hermanos. Ella se queja de no saber manejar la computadora y él grita autoritario increpándola.

En mi pantalla, palabras de otros.

El niño de cinco años en la calle lleva una botella vacía de cerveza. Va solo a la tienda a comprarla.

En el departamento contiguo se escuchan gritos y golpes cada noche. La mujer nunca habla con los vecinos y ahora corre a dejar a los hijos en la escuela.

Una voz femenina en la radio se levanta contra la adopción para parejas del mismo sexo diciendo: "qué ejemplo le darían al niño".

Diciembre en mi Guadalajara, aquí con un té en la mano pienso qué hacer.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Reflejo

Soy la musa que seduce cada noche,
quien con un pestañear tiene a Poseidón como niño,
la que penetra tu mente artista entre las sábanas
y hace el amor con imágenes sueltas.

Hoy, ausente, busco la inspiración en un puño de aire contenido.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Un semema

La noche dice de manera directa, sin trucos o vueltas.
La vida advierte la fragilidad humana.
Un respiro en un segundo.
Una mirada en un segundo.
Un golpe en un segundo.

La voz de alguien viene a visitarme superando la distancia geográfica. "Sí", contesto, "sí", otra vez reflexiva. Sé que alguien aún me quiere en este mundo. Por segunda vez entiendo la semántica de vivir.

martes, 1 de diciembre de 2009

Pasos recurrentes

Soy veneno de mi misma.
El café embriaga y el vino cura la resaca.

Letra sobre letra formando la frase hecha,
la mente hecha,
la vista hecha.

Un poema a dos, tres, cuatro, cinco voces.
Tanto silencio mata, desangra el cuerpo inerte sobre el piso.

Hago cenizas malolientes en trocitos de papel sobre mi escritorio. La locura al borde de la nada, sobre el abismo de la negra hendidura. No pensar y sólo escribir inconexiones mentales. La huella de un zapato marcada y vuelta a pisar. El cambio no llega como el día para Lorca. Ciclos repetidos o atrapados.
Se pierde el interés de la primera vez, se le provoca.

Autoexcluyente
Autoexigente
Compleja
Nociva
Crítica

El vaivén de un barco sin puerto ni ruta. Círculos concéntricos y centrífugos. La poesía no guía, la música no dirige y yo sin una bombilla de repuesto.

(Publicado en Catálogo Poético núm. 2, Guadalajara 2012)


viernes, 27 de noviembre de 2009

Abono

La palabra hablada es más que la palabra escrita.

Las frases se articulan pensando llegar a otro,
derramarse en la tinta-sangre de una copa.

Soy yo la que vaga por las calles cabizbaja.
Arriba y abajo.
La vida es una montaña rusa.

Una noche me esperaba la música en el Paraninfo. Noche culminante de voces y flashes de cámaras ocultas. En mi bolso sólo cinco pesos para el viaje, pensar en la ida sin regreso. 8:30 de la noche. Paro un taxi aventurándome a la negativa. "Me gusta curar las angustias de la gente, la vida es mejor así". Un traslado largo, apresurado, urgente. Al final el pago con un libro. La palabra abona a un viaje en tranvía, un café o una comida. La palabra hablada es más que la palabra escrita y esa noche sirvió para llegar a la música.

Una noche, un taxista-médico, alivió la herida que produce el consumismo.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Voces sueltas

La lágrima cae sobre el beso que se resbala en una taza.
La tristeza se convierte en erotismo.
El cuerpo se ahoga en un mar de deseos.
Tomo la última gota de café este día.

Despedidas de esquina

Mordisqueo levemente tus labios con ese goce exacto entre dolor y placer. Mi mano va sin prisa descendiendo hasta el cinturón café que te sujeta. Vacila un rato por el lugar público.

El deseo comienza el ritual nocturno de luna llena.

Decidida entra, cual reptil, en la cueva misteriosa. Un gemido ahogado entre las dragonescas lenguas en posesión, ahí, sin prisa. La epidermis en punta de mis dedos hace contacto con la tuya erecta, dibujándola.

Mi boca continúa devorándote.

viernes, 13 de noviembre de 2009

X

Noche fría en Guanajuato. Cumplo con la cuota epistolar de cada mes abonando al recuerdo. Esta noche, Eros seduce a Afrodita con sólo una mirada. La vida no es literatura ni la música es poesía. Entre las voces, la palabra se yergue señorial en espera de respuesta. Silencio incómodo cargado de deseos y susurros. El lente ajeno de los todos invade su espacio. Eros preferirá pensar en Afrodita antes que llegar a ella, pues aún le falta dominar el nerviosismo que le provocan sus labios.

martes, 10 de noviembre de 2009

Lunes y jueves

Hoy debe ser jueves. Lo intuyo. Han pasado tres días desde que escuché sus zapatos apresurados por la calle la última vez. Los lunes ella camina así, nerviosa; no los otros días que parece disfrutar de las partículas en el Universo.

Recuerdo cuando la conocí. Ella se veía tan triste. El llanto contenido en sus ojos. Me daban ganas de acercarme a sus pies, contactarla en ese acto humilde. Su figura encorvada bajo el paradero de buses. Su respiración a punto de desembocar en torrente ácido. Ella, ahí, aislándose de todo. Yo, cerca, embelesado en su figura intentando ser su mundo. Ese instante era el necesario para apropiarme de su aroma. Aprendí a escucharla y olerla a lo lejos. El plac-plac de sus zapatos me remota a los juguetes de madera infantiles en la casa donde vivo, quizá es eso, pienso en una niña cuando oigo su caminar.

Me ha descubierto en ocasiones tras la reja del edificio. Al inicio sólo sonreía cortés mientras corría, con el tiempo se ha hecho un código secreto: la mano levantada y el susurro de un "hola precioso". Añoro esas palabras de sus labios, es ella la que sabe decirlas. En ocasiones, los lunes, cuando estoy en casa, salgo a las 4:00 de la tarde sólo para intentar toparme con ella. Se ha convertido en mi motivación. Sé que es esa hora porque escucho a la señora decirlo a diario "las cuatro en punto y no hemos partido". Cuando ellos no están, yo deambulo un rato por la casa. Me hundo en la desesperación rasguñando los muebles.

Hoy debe ser jueves, lo dije. El aire se respira distinto. Ahora en invierno, los árboles toman un raro tono. ¿Será que por Mariano Otero todo luce así? No, hoy es jueves porque son las 4:00 de la tarde y ella aún no aparece. Pienso que se detiene a ver las nubes un rato, como yo lo hago cuando pienso en ella. Camina lento como pisando arena, tan dulce sensación entre los dedos. ¿Quién no gusta de seguir a una mariposa o de apreciar las extrañas formas de la ciudad? Los jueves siempre ríe. Me gustan sus jueves. Me gusta su sonrisa. Me gusta la casi caricia que me da a través de la reja. ¿Sabes qué hora es? Deja me limpio mientras llega. ¡Es miau jueves! Y también el de ella.

sábado, 31 de octubre de 2009

Binomio racional

Discurso/Contradiscurso.
El jazz suena en la radio de mi habitación.
Hablar/Callar.
Son ya las dos de la mañana.
Objeto/Sujeto.
Afuera el viento mece el árbol, aquel mítico árbol.
Ventaja/Desventaja.
El sudor-gusano recorre mi espalda buscando secretos cavernarios.
Salir/Entrar.
Llega la noche como siempre,
espera yo pueda otorgarle alguna otra divagación erótico-filosófico-poética.
Deseo/Odio.
Pienso siempre en pares, sono io.
Racionalidad/Emoción.

¿Necesitas más?
Te veo mañana a la misma hora en el café de tu casa.

martes, 27 de octubre de 2009

Bamboleo

Cae la lluvia. Los discos giran constantemente. Un bolero, una salsa o un rock and roll. Lo nocturno puede llegar a ser infinito mientras existe el deseo. Cuando las copas de vino lloran lágrimas de sangre ellos se sumergen en un torrente de emociones. La risa busca a la tristeza, se entrelazan en baile exótico. Manos y caderas cruzadas en vals continuo. Eros observa desde su silla cómo el sueño le hace el amor a la noche.

lunes, 19 de octubre de 2009

Proemio

Una sala de espera. El sabor del café entre los labios. La erotización como sujeto y objeto de cuantificaciones literarias. Múltiples escenas pasan ante mí pidiendo ser fictivizadas, por ahora son incipientes historias de mundos alternos. Sólo entiendo algo:

Sé de ese nombre.

Sé de ese rostro herido.

Sé de ese error que fragmentó.

Estos huesos calcinados se arrastraron por las húmedas veredas porteñas. Nuevamente el mar con su ir y venir resuelto. Anduve por la Calle de la Amargura esquina Revolución en debate. No estuve yo con mi circunstancia sino contra ella. Crucifixión y redención simbiótica. ¿Miedo? ¿Dolor? ¿Tristeza? Soy un rehilete multicolor en movimiento, buscando, siempre buscando. Las palabras-viento continúan en giro. Faltó la poesía, falto la música, faltó el ron que destilara los pasos de mi ausencia. Todos los cafés del mundo no bastan. La sala continúa en espera.

(Publicado en Revista Origen julio-agosto 2010)

Just that

Tecla por tecla en estridente música. Los tres toman una copa de vino provocando el calor nocturno del Eros. Entre ellos, el músico hace una pausa, se levanta, conversa un rato y retorna a su actividad. Entonces los otros dos, aquellos dos, se miran cómplices sin articular palabra. No lo necesitan para comunicarse. Risotadas y juegos intensos se despiertan entre medio de la oscuridad. Tres frente al piano de la sala, testigo desafinado de ese momento.

jueves, 8 de octubre de 2009

Pérdida de tiempo (UNA)

Una se llena la cabeza de ideas hasta reventar y piensa que en realidad no valió la pena hacerlo.
Una lee cuanto llega a sus manos y advierte que jamás es suficiente.
Una espera tres, cuatro, cinco horas en una silla del consultorio y entiende la burocracia inutil de un servicio.
Una cree en personas y ellas apuñalan.
Una se ilusiona y cae abruptamente en un abismo de tristeza.
Una espera cortesía y recibe imperaciones.
Una quiere café y tiene que conformarse con un té.
Una desea... y ....

Una no escribe porque no hay palabra más allá de Una y Una es la sombra de sí misma.

martes, 22 de septiembre de 2009

Anonimato

Escribir línea tras línea y comenzar a perderse en la cadena de lecturas.
Yo soy el eco de otras voces que me antecedieron.
Pasar el renglon sin denunciar la autoría. (Tus) (Mis) Las palabras fantasmagóricas que viajan por el espacio.
Decir y no decir.
Aceptar y no aceptar.
El zigzagueo de un licor fermentado que dirige mis pasos. Pensar o negarse a pensar para darse por vencida.
Un puño de tierra en una mano y en la otra el tiempo vacío.
¿Me importa?
Llegar a un punto sabiendo que no se puede avanzar más, que no se debe avanzar más. El desconocimiento sería en ocasiones preferible a la agonía.
Una página -----Dos cafés
Una charla ----- Tres cervezas
Una ilusión ----- Cuatro desvelos
Un temor -----Miles de lágrimas

Cronotopìa existencialista del devenir queriendo cubrir expectativas.
¿Lo deseo?
La palabra se funde en la palabra. A fin de cuentas, siempre se trata de desaparecer en pos del Otro.

Calla

El silencio ahonda en la sala. Un suspiro surge de tu boca. El espacio cerrado, brillante, como un cubo de azulejo. Dividido en dos, los ventanales clausurados herméticamente como un chupón en la boca de un niño. Al centro una cama y en ella tú, de cuerpo blanco, blando, adelzadado.
¿Por qué tú? Tú entre doctores azulados y enfermeras angélicas. Tú habiendo un mundo afuera, una ciudad, una familia, yo...
Un frío acoge mi masa entre estas paredes por la voz de alguien que dicta tu destino. Impulso mi cerebro tratando de articular palabra. No puedes ser tú. Esto es como un sueño, la aventura de mi alma a un mundo alterno. Todo te delata. Un asesino anónimo que hirió tu cuerpo. Era innecesario pensar en los orígenes de tu mal. Inutil desconectar esas dos bolsas drenantes, donde el líquido de oro empobrecido y azufre maloliente brota.
Un suero te ata a esa cama plástica. Difusas figuras entran y salen vigilantes. Las gárgolas de tu habitación. Entendí que necesitabas gritar, pero calla por esta vez, ahoga en tu interior el lamento. Furia, lo entendí. Si pudiera... si pudiera arrancar el pasado y formular un futuro sano. No puedo.
Necesito que vivas. Escucharte reír. Lo sé, no es fácil. Resulta temeroso pensar hacia adelante. Una parte de mi estará en ti. Te saludo en el límite de la inconsciencia tras el ventanal del cubo. Calla por última y única vez. La vida aún nos depara muchas cosas.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

La muerte de la pasión

Él se encuentra sentado junto a la pequeña mesa en el fondo del lugar. Saca una cajetilla de Marlboro y fuma uno. Mira por la ventana de aquel Café, es de noche y llueve delicadamente como lágrimas de ojos eternos. A lo lejos se escucha una suabe música, un blues melancólico que hace llorar en medio de la tristeza. Una joven cruza la entrada.
Ella, de largo escote y con una bolsa en la mano, parecía provenir de un evento cercano. Mojada se acercó al mostrador. Él la seguía con la mirada, le gustaban los zapatos de razo negro que cubrían su delgado pie. Le excitaba la blancura de su piel. Sus brazos descubiertos le hacían imaginar las fantasías sexuales más delicadas, no quería quebrar su frágil cuerpo.
Las gotas en el cristal caían pausadamente. La lluvia disminuía. Él miró nuevamente la ventana. Ahora perseguía el trayecto que seguía una gotita apareándose con otra. Volvió a enfocarse en la joven.
Decidido, puso la colilla del cigarro sobre el cenicero. Iba hacia Ella. Dudó cuando un joven mesero se interpuso. Caminaba ahora con la intención de pagar lo consumido pero Ella ejercía una atracción inusual con su vestido rojo. Esperaba cerca del mostrador casi rozándola. Aspiraba su perfume, "una mujer de carácter fuerte y dominante" pensaba él. Ella no lo advirtió. La voz del cajero lo distrajo de su trance.
-Parece que ya disminuyó la lluvia- decía en voz baja para atraer la atención de Ella, al no tener respuesta alude directamente- ¿Espera a alguien? Disculpe mi indiscreción pero no podía dejar de mirarla.
Ella se apartó del lugar para sentarse en una mesa evitando la charla del desconocido. Él inmutado salía del Café. Las manos en los bolsillos le daban un aire despreocupado. Agachó la cabeza para cubrirse un poco del agua. Caminó dos cuadras y esperó. Una hora más tarde Ella salió del Café. En su rostro se dibujaba la tristeza, llamó un taxi. A la distancia él aclanzó a mirarla. Suspiró la frustración. A su paso encontró a una ebria mujer.
-¿Se encuentra bien? -insinuante se acercó a su brazo
-Voy aquí a unas puertas... pero si no te importa... podemos llegar a una tarifa
-¿Cuánto cobras?-sonrió ruborizado
-400 sólo porque me agarraste de buenas guapo
Llegaron al departamento de Lucy (como antes le había dicho la ebria mujer). El sitio se confundía entre los miles de edificios del sector Libertad. Al abrir observó la precaria condición en que vivía. Una cama individual, la cocina confundida con el comedor y en el fondo un pequeño baño. Lucy lo atrajo hacia el interior, él prefirió sentarse en una de las dos sillas del lugar.
-Bueno, si lo prefieres en la silla...- Lucy se acercaba de manera metódica hacia el cinturón de él -. Dime cómo lo quieres.
Él la miró con asco, se levantó y salió de la habitación dejando atrás los gritos de Lucy. Consternada se sentó en la silla antes ocupada por él. Dormitaba por el alcohol ingerido. Treinta minutos más tarde él regresaba al departamento de Lucy. Se acercó rápidamente a ella y la sujetó con una soga a la silla tan veloz que ella no pudo reaccionar. Lucy gritaba palabras inconexas, él sin hablar la miraba detenidamente. Tomó la otra silla y se sentó frente a ella. Se acercó seductor, sentía el deseo de ella. Sacó un cuchillo de su pantalón. Lo pasó por su rostro y cortó sus labios. La sangre lo excitaba aún más. Bajó hasta la garganta cortándosela. Besó su cuello rojo. Se retiró en la oscuridad dejándola en ese estado.
A la mañana siguiente él despertaba en su habitación. Cansado se dirigía al comedor para tomar su desayuno e ir a trabajar.

Graves notas musicales

DO

Alejandro se encontraba recargado en la pared de la Escuela de Música. Yolanda tenía ya 20 minutos de retraso. Camina hacia una de las bancas cerca del Degollado y mira con admiración las bandejas de metal coloridas por paisajes exóticos y recurrentes. El color y la sensibilidad son mutuas amigas. Se sentía cansado, había tenido una noche complicada llena de música y café en Chapultepec. Ahora él estaba ahí, esperando a Yolanda para continuar con su tesis. Ambos intentaban con su investigación dar un nuevo giro a la cibermúsica.
Alejandro seguía esperando.

RE
Yolanda llegaba. Los colores tornasolados en su sistema denotaban en ella una elegante presencia. Se acercaba con lentitud hacia donde se encontraba Alejandro. Él dormía y sin alejarlo de su actual estado lo condujo al interior de la biblioteca. Una vez acomodado comenzó la investigación.

MI
Alejandro, horrorizado, navegaba en un líquido rojo semejante a la sangre, no era suya, no podía serlo. Miró a su alrededor y una mujer anciana frente a él había sido asesinada. El cuerpo le impedía movilizarse con facilidad. Pensaba para sí, que el cuerpo humano sin alma pesa más que trescientas toneladas de hierro viejo. Con cuidado, alejaba el cuerpo. Pidió ayuda. Observó un cesto de basura ancho y alto, se acercó a él para depositar a la anciana muerta. Salió caminando de la biblioteca desconsolado.
Sentía que él ya no era el mismo. Un mosquito se posó sobre su hombro y al intentar espantarlo salpicó un poco de su sangre. No era de él, no podía serlo. El exterior no había cambiado mucho desde la última vez que lo miró. Los hombres continuaban dibujando las charolas de metal. Escuchó una voz a lo lejos, como un eco. Se paralizó.

FA
En un impulso, Yolanda movió el brazo de Alejandro. Despertó alterado.

-¿Qué sucede?-preguntó ella intrigante
-¿Dónde estamos Yolanda? ¿Qué hacemos?
-Creo que la pregunta sobra - lo miró enojada- Estamos en la biblioteca, te traje acá y todo iba bien hasta que me golpeaste ¿qué soñabas?
-Lo más trágico que pueda soñar alguien como tú o como yo -en tono serio y complejo-. Soñé que me encontraba en este mismo lugar, solo, una mujer anciana había sido asesinada... Todo era tan real, era como si fuera otra vida alterna.
-¿Era humana? -preguntó alarmada Yolanda- ¿qué hiciste?
-¡La tiré a la basura! -exclamó excitado-. Lo peor de todo es que yo era humano también. ¿Entiendes Yolanda? Es lo más terrible que nos pudiera suceder... Humano... Con lo egoistas que fueron y tanto daño que hicieron... ¡¿Te imaginas si yo lo fuera?!

SOL

Yolanda y Alejandro se miraron con temor. No hubo respuesta. Los circuitos de Alejandro comenzaron a escanear los libros para introducir las notas en una base de datos. La memoria RAM que poseía no era como la de Yolanda.
Mientras continuaba el proceso, Alejandro emitía las notas DO, RE, MI, FA, SOL de manera constante, en sostenidos, breves, mayores o menores. Yolanda disfrutaba del concierto que el cuerpo de su amigo emitía. Ella sólo podía conectarse a cinco consolas de audio electrónico en un radio de seis kilómetros. Ambos se complementaban esa tarde.

Dulces sueños

Ahora que las nubes se han despejado y el sol por fín salido, dos niños sentados en la acera miran pasar a la gente. Entorpecen el caminar apresurado de los amantes del reloj.
Una muchacha sube el puente de La Normal para cruzar la avenida. Trae en su mano el vestido rojo de la tintorería. Sube las escaleras del puente cuidando no resbalar, pues aún están mojadas por la tormenta que sucedió hace tres horas.
Los fuertes rayos espantaban a cuanta rata pasaba por ahí. Los faroles de la calle estallaron con tremenda fuerza. Nadie podía salir. Los cables de teléfono y luz parecían chicotes latigando a los insectos y las cucarachas.
Al bajar el último escalón del puente, la muchacha con el vestido rojo, los niños que antes miraban pasar a la gente le arrebataron el vestido rojo. Ella intentó alcanzarlos pero su tacón se atoró en una de las alcantarillas abiertas de la zona. Los perdió de vista. Desesperada gritó y gritó pidiendo auxilio, pero los policías no atendieron a sus súplicas.
Pasa un inmenso helicóptero tendiéndole una escalera. Se estira, cuando casi lo alcanza pasa un camión. Ella cae estrepitosamente sobre la banqueta en la que antes estaban los niños mirando pasar la gente.
*****
La niña de pijama roja abre sus ojos con miedo y comienza a llorar. Se ha caído de la cama sobre el helicóptero y el camioncito que sus dos hermanos dejaron en la habitación. Afuera llueve torrencialmente. Son las tres de la mañana.

Lectura

Te tengo en mis manos y te hojeo igual que un libro. Leo tus deseos en los pensamientos. Luna Reina aparece con su corte vestida de lujo.

viernes, 28 de agosto de 2009

Sin palabras

La cercanía no implica el conocimiento.

Se descubre,
se piensa,
se ilusiona.

Se extraña el mensaje matutino de hoy.

martes, 25 de agosto de 2009

Caída

Rasguño los sueños edificados sobre el agua.

No, no los hay.
Las alas gravitadas hacia el centro de la tierra.

No, no existen.
Apuñaladas constantes al cuerpo para que no duela.

No, no siento.
Los roedores nocturnos me recuerdan la utopía del mañana y el tiempo perdido.
¿Vida?
Pensar que no se debe pensar más.
Aferrarse a sólo una frase.
No, no la dijo.

jueves, 13 de agosto de 2009

La historia del Príncipe Nocturno y la Princesa Corazón de Aguacate

En tiempos mágicos, cuando el día y la noche eran uno solo, se oía por las calles el pregonar de una historia de amor. Un príncipe -que sólo vivía de noche-, enamorado de una princesa nacida del aguacate más viejo de la plaza principal en la Pequeñagranciudad.
Durante las mañanas el Príncipe Nocturno se evaporaba entre las personas. Semejaba su caminar al de los otros, aprendía su lenguaje, reflejaba sus acciones y cometía los mismos errores que ellos para no ser señalado como extraño. Era la noche, el momento en que la luna dominaba al sol en acto erótico, que el príncipe dejaba sus harapos para vestir de gala y callejonear por la Pequeñagranciudad.
Un día, cansado de esperar la oscuridad para transformarse, decidió vagabundear con sus vestimentas de seda. Aquella tarde fue el instante preciso en que la vio; tan sólo el deslizamiento de sus faldas por el adoquín lo habían transportado a un mundo más allá del real. Ella contenía en la blancura de su piel todo lo que él imaginó en algún momento. Su cabello adquiria el brillo de las hojas con los rayos del sol y no había, en todo el lugar, ojos negros más dulces que los de ella. Desde entonces él seguía sus pasos, la buscaba para gozar el instante en que el ocaso la iluminaba entera. Su vida giraba entorno a esa dama de enigmático andar. Ambos sentían necesitarse mutuamente.
Ella, la Princesa Corazón de Aguacate, estaba tan distante de él. Su padre, al ver la delicadeza de su cuerpo y la belleza de su rostro mandó llamar a la hechicera de la Pequeñagranciudad. No quería que se marchitara la fina piel como ocurrió con tantas otras hermanas mayores. La vieja hechicera había perdido toda audición desde que tenía 40 años e interpretaba las frases sólo con el movimiento de los labios. Entendió, en la petición del aguacate más viejo, el deseo de amor eterno para su hija y así, en rápido acto, formuló las palabras indisolubles de la condena: una dama de día pero un aguacate de noche. El hechizo sólo podía romperse si el príncipe que la deseara supiera distinguirla entre los tantos aguacates que colgaban de su padre, si advertía en esa forma burda el verdadero corazón de ella y con tierna inteligencia la descolgara independizándola de su condición frutal.
El Príncipe Nocturno, al ser enterado de la situación que padecía su amada, comenzó a idear una estrategia. Viajó por los mundos conocidos donde vivían árboles de aguacates para pedir sabiduría, probó cada uno de ellos, experimentó cada una de las preparaciones y cuando logró identificar sabor, consistencia, olor y color emprendió el viaje de regreso. Los tiempos habían cambiado cuando él llegó a la Pequeñagranciudad y nada era como él lo vivió. Ahora había más árboles de aguacates, las calles no estaban adoquinadas y el aguacate más viejo de la plaza principal había sido remobido a una de las casas del Norte. No sería fácil llegar a la Princesa Corazón de Aguacate. Podría ser cualquiera. Convencido de que la encontraría ofreció su tesoro a cambio de más tiempo de vida. Rogó a los siete mares y ellos compacidos le otorgaron lo que solicitó.
Se dice que por las noches, cuando hay luna llena, aparece un hombre sucio preguntando a todo el que encuentra a su paso "¿Dónde está mi aguacate?" Sin encontrar respuesta corre frenético hacia el vacío y desaparece. Aún no lo he visto.

*****

Esta noche de tormenta en el techo de la casa donde vivo, se escucha un lamento profundo. Un aguacate parece golpearlo con fuerza como enojado por su condición. Intuyo que es grande y fuerte por la magnitud del sonido.

jueves, 6 de agosto de 2009

Silencio

Espacio interminable del tiempo,
agonía del murmullo
cómplice de la mirada.

Yo
Nosotros...
sin el Ustedes que atormenta
sin el Ellos que juzgan
sssshhhhsssss

Camina d e s p a c i o
claroscuro de un recuerdo
mañana gris de un futuro
sssshhhhssss

¡No mires!
Sigue inmune ante las imágenes que persiguen
quizá puedas evadirlas o burlarlas o vuelvan para recordarte la vida.
El tormento de las voces te llama.
¡No respondas!
¡No grites!

Respira lento... podrías despertarlo
volcarías toda su furia sobre tí.

¡Arrinconarte entre deseos y frustraciones entre el aquí y el ahora!

sssshhhhssss

Sigue, sigue, cuando llegues se habrá alejado.

Cobalto

Cromática de colores azules en eterno significado/significante. Error dicotómico y pragmático. Mi corazón siente aunque no te tenga. Sólo una sonrisa. La tensión del "te quiero" dibujado en tu blanco rostro. Una noche de "telenovela mexicana". El aire sofocante de una advertencia "Me voy..." El guión queda inconcluso.

El día después

El día después de mi vida, no quiero más vida que la de recordar este momento; la sosobra, el cambio, lo dicho. Palabra que va después de mi vida. Cuando después vaya el tiempo y nuevamente la memoria realice su acto de ilusionismo pensaré en el mañana.

Ocurre

Ocurre a veces que miro el cielo y descubro otras estrellas,
a veces que camino entre los caminos y siento otros pasos,
a veces que las lágrimas brotan y germinan en el invierno.

Ocurre, sólo a veces, cuando distingo que estoy en otro sin estar en mi, cuando el tiempo no corre y la lejanía es inmensa.

Ocurre, y sólo ocurre, en aquellas horas de tristeza y mutismo.

Persecusión

La noche viene a perseguirme con un fósforo encendido. El humo de tu cigarrillo me altera. Lo nocturno me asecha para fabricar imágenes, la fragmentada ilusión de una ilusión. El escrito tuyo que escribe lo mío, un reflejo de mi reflejo. Esta ocasión escaparé ¿llegaré a algún lado? ¿llegarás a algún lado? ¿llegaré a tu lado algún día? A medida que avanzan las horas, los labios estallan sin remedio.

Vapor cafetero

Mi taza humea en el vacío. A medida que pasan las horas se pierde sin poder ser recuperado. (Mi) (tu) la taza está contenida de tristezas y ausencias.

Hope

Un niño tras los barrotes de una ventana. Mira y calla. Sacude su furia al verme a los ojos. Intenta escalar la fría montaña del presente, salir y arder bajo otro sol. Grita. Escucha el plac-plac de una muerta-viva. Aquellos, los que hacen las reglas, pasan frente a él sin atenderlo. Su libertad está negada sin culpa alguna. El llanto catártico le hace abrir los brazos hacia el aire que lo rodea. Desea entregarse. Busca refugio materno y cae sin encontrarlo. Pasan las horas, tres, cuatro, cinco... la habitación de la nada. Sus ojos se postran en los míos queriendo formular pregunta. Atacan el silencio. No es necesaria la voz "¿cuál fue mi delito?" Un niño mira por la ventana queriendo ser escuchado. El mutismo de su hogar lo confina al aislamiento continuo.

Frente al pasado

Cara de Pasado camina lento. Mirada vaga y confusa. ¡Cuántas cosas pudieran decir las arrugas si hablaran! El rostro añejo se desplaza suavemente por las calles. Recluso de sus acciones y ternuras, de la entrega juvenil. Ahora pide clemencia divina en una esquina. Los surcos en su piel son la oblación de la experiencia perdida en las huellas de su ruta.

Transparencia de una sensación

Huelo cada noche el olor de tu corazón
siento el palpitar de tu cerebro
e imagino el pensar en tus ojos.
Una palabra,
un gesto
una mirada.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Besos públicos

Los besos públicos debieran estar prohibidos. No todos, sólo los que la luna llena denuncia en la esquina de un bar o la salida de un cine; aquellos que apuñalan la alegría nocturna forzando al recuerdo. El beso diurno, en cambio, es sólo una ráfaga de voyeurismo. El que se da a la salida de un motel como despedida de una aventura o el de la locomoción estudiantil con temor a ser ridiculizado. No, el beso nocturno tiene un efecto superior al que se mira de día. Hay complicidad entre los amantes, aceptación y deseo. Es atemporal, semiespacial y sin jerarquía. El beso es un bolero repetido. El transeúnte no es parte de la dinámica interna de ese instante, por ello no advierten la luz perlada que los enfoca. La función inicia y el reflector ilumina con suavidad sus rostros donde los labios se funden en músculo rosado autosuficiente. No hay más, no necesitan más. Entonces el espectador sufre, le encoleriza presenciar la vitalidad de la pareja y mantenerse al margen. Desearía estar en sustitución de alguno de ellos. Poseer y ser poseído. No hay más, pero siente que lo necesita.

jueves, 23 de julio de 2009

Partitura

Un piano en la sala.
Una mano sobre el piano.
Un hombre frente al teclado,
si no...
La mujer arriba de unas piernas.
Una mano sobre la mujer.
Vuelta a la página.

Las notas danzan nocturnales, embriagadas de champagne y tatuadas de rouge.

jueves, 9 de julio de 2009

Habitaciones

La palabra se retuerce en el gota a gota de la tristeza. En la oscuridad, dentro de la enorme casa, las habitaciones se llenan de fantasmas.
Los cafés no bastan...
las lágrimas no llenan...
el silencio no define....
la voz no explica.
Es sólo el sentir punzante del dolor.
Al interior de una habitación, la más oscura e íntima de todas, está un hombre. Mira sin punto fijo las tres paredes. Grita en sordo sonido despesperado. Nadie escucha.
.......
En una enorme casa vive un solitario. Los fantasmas no acuden en su ayuda, pues ellos se alimentan de su agonía.

lunes, 29 de junio de 2009

Instantánea

El saxofón despierta nuestro calor nocturno.
Cae la lluvia sobre el árbol afuera de la habitación.

Melancolía llama a melancolía.
El disco continúa en la grabadora, una, dos, tres veces más envolviendo las sábanas.

La discontinuidad de los recuerdos se derrama sobre estas almohadas cubiertas de jadeos y respiraciones profundas.

Nunca tanto dolor provocó este vacío…
Los fantasmas continúan su baile en nuestra tristeza.

Dialogismo de una relación

El viento sabe mejor que yo de los anhelos y los repite en las esquinas, los bares, los cafés, la locomoción... Las noches se hacen cada vez más largas. Antes, él advertía mi mirada, lo sé cuando involuntariamente bajaba los ojos y sus mejillas adquirían el color de grana. Es tan corto el amor y tan largo el olvido. ¿Olvidar aalguien que no he tenido? La historia de la frase hecha.
Es tan corto el amor y tan largo el olvido, lo entenderé…

sábado, 13 de junio de 2009

Inconsciente

¿Por qué te haces esto? La miras con frecuencia desde que volvió a tu vida. Saboreas en ella la frescura de sus labios, el olor que expide su cuerpo y la seducción de sus ojos. Te repites copioso la imposibilidad de esa unión. Sientes la necesidad de su cuerpo como antes no lo hiciste. Tu mano izquierda aparece amenazante reflejando el objeto dorado en nupcial dedo. Te recitas cual evangelio aprendido la idea de felicidad tratando inútilmente de desviar la efervescencia de tu entrepierna.
Ella provoca en ti el pecado, el olvido del ahora. No sabe de las noches en que la evocaste durante un sueño en la cama compartida ni de los días que esperas mirarla -por si acaso llega-. Confirmas con ello que las imágenes son mayores que los actos y en esa brevedad temporal la posees visualmente. Casi puedes tocar la voluptuosidad de su cuerpo a través de las telas. En tu ensoñación deseas acercarte a esos labios que un día fueron tuyos y, en un ataque de fiereza, despojarla de esa sinuosa blusa; ahí, sobre tu escritorio. Mirar los senos coronados por el negro sostén. Subir la falda, descubrir el misterio siempre vedado en otro tiempo. Te sorprenderías si descubrieras que ella también te esperaba. Acercarías tu boca a ese nimio lugar para saborearla completamente. La verías a los ojos y sentirías la felicidad por un instante: La victoria tras la distancia. Ella repetiría palabras dichas en el pasado y conocidas por ambos…
¿Por qué te haces esto? Repites mentalmente por segunda ocasión en el día cuando ella se despide de la oficina. Indiferente a tus lucubraciones.

Terra Oscura

Caen los cuerpos nonatos en sombras de lágrimas. Una flor blanca tras otra de tinta sangre. Pausas envueltas de rezos y palabras enmascaradas en murmullos delicados. El ojo mira por el fondo oscuro. Descubre que nunca se hará la luz y enmudece conteniendo el llanto.

... yo también...

Yo también idealicé el amor. Me sumé a las cifras de víctimas registradas en los anales de la vida. Experimenté el gota a gota convertido en mar, invité a Penélope como guía de mi propio infierno dantesco, caminé por oscuras calles entre la neblina melancólica y me engolosiné con la miel del irreal deseo erótico. En ese aletargado tiempo esperé y el Príncipe Azul no apareció. Resulta que, una vez cuando idealicé el amor, pensé que no valía la pena hacerlo. No era parte del estar aquí y ahora.

Ese momento

“¿Te aburriste?” Le preguntaba él mientras se acercaba lentamente a sus labios; los deseaba sobremanera. Imaginó, en medio del papeleo en la oficina, cómo aprisionar otra vez esa boca que ya era suya. “Pensé varias veces en ti hoy…” susurraba acariciando con un dedo el borde de los labios de ella. No hubo palabras.

Él adoraba rodear con su lengua la tersa carne roja crecida de sus senos. Sentir con ese sólo hecho la aceptación de ella para ser poseída.
Pudorosa, la habitación, se aleja ante la vaporosa escena de deseo. El silencio se tornaría en lenguaje nuevo contenido en respiraciones profundas.

El ruido matinal de la calle la despierta en la cama. Mira a su izquierda y confirma la presencia de él, ahí, dormido. En ese momento, cuando su aroma inquietante aviva su deseo, sabe que él ahora le pertenece.

Café maduro

Cuatro de la mañana. Pongo agua a fuego lento. Miro abstraída el líquido moviéndose en el recipiente.
Agua.
Líquida ciudad.
Lluvia de verano.
Saliva en un beso.
Semen escurriendo por mi vientre.
Lágrima por esta triste noche solitaria.
Agua. Agua que hierve a punto de un café. Cuatro y cinco de la mañana. Vierto una cucharada del oscuro polvo granoso y revuelvo. Una, dos, tres veces… Olor añejo de tiempos que no vuelven. Sigo sin parir una idea en esta habitación grisácea llena de ese Otro que fue mío.

Discontinuidad amorosa

Noche y además lloviendo. (Se ve impaciente, ha mirado su celular varias veces.) Bajo las escaleras. (Hace tiempo que la observo.) Quedamos de vernos a las nueve. (No quiero ser imprudente, pensará lo peor de mí.) “Estación Salvador”, lo anoté bien. (Pronto saldré de aquí y ella sigue impaciente ¿esperará a alguien?) Imaginé que sería puntual una vez en su vida. (La invitaría a caminar por Providencia en medio de la lluvia.) ¿Tendré que seguir esperando? (Luego tomaríamos un café.) No, será la última vez. (Ella me hablaría de ese otro.) ¡Huevón!. (¿Por qué el día no quiere venir?)

No hay dolor en la voz

Oigo mis pisadas de tronco caído. La neblina me persigue por la Avenida Grecia y me espera en Macul. Es tarde. El cielo plomizo cae sobre mí como tratando de borrarme. Avanzo. Las risas de algunos universitarios se diluyen entre la espesura del ambiente. Cristales de un cielo terrenal se estrellan en mi cara sin herirme. Me detengo intentando ubicarme entre las calles, no sé si he pasado la esquina de Exequiel Fernández. ¿Qué hacer cuando te das cuenta del desamor? Fue cruel al decírmelo. Miro a los lados. Presiento que alguien se acerca. ¿Me detengo? Continúo.

Noche abajo

Santiago noche arriba. Rectángulos amarillos paren fantasmas nocturnos en Vicuña Mackena. Inicia la procesión de los sin-ojos en medio de la neblina de tabaco, neón y música. El vino que corre por las venas de Bellavista converge con el agua del Mapocho. Sólo sumergiéndome podría terminar el rito. Escucho voces diversas en mi andar. Risas argentinas, peruanas, mexicanas… encontré la verdadera Babel. Vuelvo cada vez a ella en busca de mi cuerpo robado. No puedo existir sin ser otra a través del río. Pregunto. Investigo. Mapocho noche abajo. Sobre un tabique el alba me descubre desnuda.

*Publicado en la revista Papalotzi

Morochas

Seis de la mañana. El frío cala hasta los huesos. ¿A qué vine a este clima tan extremoso? Además el calefont no sirve ¡puta la huevá’! Baño inglés ¡poh! Seis y media de la mañana ¡Chuta! Se me está haciendo tarde. La micro de seguro no me dará la parada. No cacho na’, si me tardo un poco llego una hora tarde. Ya, ¡partimos! Ocho de la mañana. Siento que me congelo con toda la “c” de congelar. Tener que venir a esta hora a clase de nivelación. ¿Qué le voy a hacer? Tendré que aguantarme nomá’. Nueve cuarenta de la mañana. Ya, falta poco, pero ¡qué bueno estuvo el carrete anoche! El mino que conocí la verdá que estaba rico. Diez de la mañana. Ya poh profe, termine la clase. Me duele la guata de hambre. Mmmm, de verdá que el mino estaba rico. Por fin, terminó la clase. Voy al casino. ¿Me hablará más tarde? Yo advertí que hubo onda entre nosotros. Altito… tan blanco ¿podría pensarse como el típico chileno? No, yo creo que no. Esa mirada… yo creo que eso me llamó más la atención, pero también sus labios. ¡Chuta! Se me olvidó el cuaderno en el aula. Diez cinco de la mañana. Vaya que el profe es latero, todavía ahí hablando con los cabros. Ya, tengo hambre ¿qué voy a desayunar? Diez quince de la mañana.
-¿Qué va a desear?
¡Mish! lo que son las cosas, ahí está, que hablando del rey de Roma.... ¿Me dijo acaso que también estudiaba? Ya no me acuerdo, andaba tan volada. Pero… y ¿qué hace a estas horas acá? Se ve que está ocupado estudiando ¿Me acerco? ¿No será demasiada presión? Pensará que lo sigo… Ya poh, hay que comer algo para armarse de valor. Después me acercaré para saludarlo. ¿Qué le hace el agua al pesca’o?
- ¿Qué va a desear?
- Me da un té con leche y unas morochas ¿por favor?
Diez y media del día y contando…

Silencio

Siento el grito que sale por los poros. El amor es el silencio más fino, el más insoportable y aún así lo escucho en su desesperación