viernes, 28 de agosto de 2009

Sin palabras

La cercanía no implica el conocimiento.

Se descubre,
se piensa,
se ilusiona.

Se extraña el mensaje matutino de hoy.

martes, 25 de agosto de 2009

Caída

Rasguño los sueños edificados sobre el agua.

No, no los hay.
Las alas gravitadas hacia el centro de la tierra.

No, no existen.
Apuñaladas constantes al cuerpo para que no duela.

No, no siento.
Los roedores nocturnos me recuerdan la utopía del mañana y el tiempo perdido.
¿Vida?
Pensar que no se debe pensar más.
Aferrarse a sólo una frase.
No, no la dijo.

jueves, 13 de agosto de 2009

La historia del Príncipe Nocturno y la Princesa Corazón de Aguacate

En tiempos mágicos, cuando el día y la noche eran uno solo, se oía por las calles el pregonar de una historia de amor. Un príncipe -que sólo vivía de noche-, enamorado de una princesa nacida del aguacate más viejo de la plaza principal en la Pequeñagranciudad.
Durante las mañanas el Príncipe Nocturno se evaporaba entre las personas. Semejaba su caminar al de los otros, aprendía su lenguaje, reflejaba sus acciones y cometía los mismos errores que ellos para no ser señalado como extraño. Era la noche, el momento en que la luna dominaba al sol en acto erótico, que el príncipe dejaba sus harapos para vestir de gala y callejonear por la Pequeñagranciudad.
Un día, cansado de esperar la oscuridad para transformarse, decidió vagabundear con sus vestimentas de seda. Aquella tarde fue el instante preciso en que la vio; tan sólo el deslizamiento de sus faldas por el adoquín lo habían transportado a un mundo más allá del real. Ella contenía en la blancura de su piel todo lo que él imaginó en algún momento. Su cabello adquiria el brillo de las hojas con los rayos del sol y no había, en todo el lugar, ojos negros más dulces que los de ella. Desde entonces él seguía sus pasos, la buscaba para gozar el instante en que el ocaso la iluminaba entera. Su vida giraba entorno a esa dama de enigmático andar. Ambos sentían necesitarse mutuamente.
Ella, la Princesa Corazón de Aguacate, estaba tan distante de él. Su padre, al ver la delicadeza de su cuerpo y la belleza de su rostro mandó llamar a la hechicera de la Pequeñagranciudad. No quería que se marchitara la fina piel como ocurrió con tantas otras hermanas mayores. La vieja hechicera había perdido toda audición desde que tenía 40 años e interpretaba las frases sólo con el movimiento de los labios. Entendió, en la petición del aguacate más viejo, el deseo de amor eterno para su hija y así, en rápido acto, formuló las palabras indisolubles de la condena: una dama de día pero un aguacate de noche. El hechizo sólo podía romperse si el príncipe que la deseara supiera distinguirla entre los tantos aguacates que colgaban de su padre, si advertía en esa forma burda el verdadero corazón de ella y con tierna inteligencia la descolgara independizándola de su condición frutal.
El Príncipe Nocturno, al ser enterado de la situación que padecía su amada, comenzó a idear una estrategia. Viajó por los mundos conocidos donde vivían árboles de aguacates para pedir sabiduría, probó cada uno de ellos, experimentó cada una de las preparaciones y cuando logró identificar sabor, consistencia, olor y color emprendió el viaje de regreso. Los tiempos habían cambiado cuando él llegó a la Pequeñagranciudad y nada era como él lo vivió. Ahora había más árboles de aguacates, las calles no estaban adoquinadas y el aguacate más viejo de la plaza principal había sido remobido a una de las casas del Norte. No sería fácil llegar a la Princesa Corazón de Aguacate. Podría ser cualquiera. Convencido de que la encontraría ofreció su tesoro a cambio de más tiempo de vida. Rogó a los siete mares y ellos compacidos le otorgaron lo que solicitó.
Se dice que por las noches, cuando hay luna llena, aparece un hombre sucio preguntando a todo el que encuentra a su paso "¿Dónde está mi aguacate?" Sin encontrar respuesta corre frenético hacia el vacío y desaparece. Aún no lo he visto.

*****

Esta noche de tormenta en el techo de la casa donde vivo, se escucha un lamento profundo. Un aguacate parece golpearlo con fuerza como enojado por su condición. Intuyo que es grande y fuerte por la magnitud del sonido.

jueves, 6 de agosto de 2009

Silencio

Espacio interminable del tiempo,
agonía del murmullo
cómplice de la mirada.

Yo
Nosotros...
sin el Ustedes que atormenta
sin el Ellos que juzgan
sssshhhhsssss

Camina d e s p a c i o
claroscuro de un recuerdo
mañana gris de un futuro
sssshhhhssss

¡No mires!
Sigue inmune ante las imágenes que persiguen
quizá puedas evadirlas o burlarlas o vuelvan para recordarte la vida.
El tormento de las voces te llama.
¡No respondas!
¡No grites!

Respira lento... podrías despertarlo
volcarías toda su furia sobre tí.

¡Arrinconarte entre deseos y frustraciones entre el aquí y el ahora!

sssshhhhssss

Sigue, sigue, cuando llegues se habrá alejado.

Cobalto

Cromática de colores azules en eterno significado/significante. Error dicotómico y pragmático. Mi corazón siente aunque no te tenga. Sólo una sonrisa. La tensión del "te quiero" dibujado en tu blanco rostro. Una noche de "telenovela mexicana". El aire sofocante de una advertencia "Me voy..." El guión queda inconcluso.

El día después

El día después de mi vida, no quiero más vida que la de recordar este momento; la sosobra, el cambio, lo dicho. Palabra que va después de mi vida. Cuando después vaya el tiempo y nuevamente la memoria realice su acto de ilusionismo pensaré en el mañana.

Ocurre

Ocurre a veces que miro el cielo y descubro otras estrellas,
a veces que camino entre los caminos y siento otros pasos,
a veces que las lágrimas brotan y germinan en el invierno.

Ocurre, sólo a veces, cuando distingo que estoy en otro sin estar en mi, cuando el tiempo no corre y la lejanía es inmensa.

Ocurre, y sólo ocurre, en aquellas horas de tristeza y mutismo.

Persecusión

La noche viene a perseguirme con un fósforo encendido. El humo de tu cigarrillo me altera. Lo nocturno me asecha para fabricar imágenes, la fragmentada ilusión de una ilusión. El escrito tuyo que escribe lo mío, un reflejo de mi reflejo. Esta ocasión escaparé ¿llegaré a algún lado? ¿llegarás a algún lado? ¿llegaré a tu lado algún día? A medida que avanzan las horas, los labios estallan sin remedio.

Vapor cafetero

Mi taza humea en el vacío. A medida que pasan las horas se pierde sin poder ser recuperado. (Mi) (tu) la taza está contenida de tristezas y ausencias.

Hope

Un niño tras los barrotes de una ventana. Mira y calla. Sacude su furia al verme a los ojos. Intenta escalar la fría montaña del presente, salir y arder bajo otro sol. Grita. Escucha el plac-plac de una muerta-viva. Aquellos, los que hacen las reglas, pasan frente a él sin atenderlo. Su libertad está negada sin culpa alguna. El llanto catártico le hace abrir los brazos hacia el aire que lo rodea. Desea entregarse. Busca refugio materno y cae sin encontrarlo. Pasan las horas, tres, cuatro, cinco... la habitación de la nada. Sus ojos se postran en los míos queriendo formular pregunta. Atacan el silencio. No es necesaria la voz "¿cuál fue mi delito?" Un niño mira por la ventana queriendo ser escuchado. El mutismo de su hogar lo confina al aislamiento continuo.

Frente al pasado

Cara de Pasado camina lento. Mirada vaga y confusa. ¡Cuántas cosas pudieran decir las arrugas si hablaran! El rostro añejo se desplaza suavemente por las calles. Recluso de sus acciones y ternuras, de la entrega juvenil. Ahora pide clemencia divina en una esquina. Los surcos en su piel son la oblación de la experiencia perdida en las huellas de su ruta.

Transparencia de una sensación

Huelo cada noche el olor de tu corazón
siento el palpitar de tu cerebro
e imagino el pensar en tus ojos.
Una palabra,
un gesto
una mirada.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Besos públicos

Los besos públicos debieran estar prohibidos. No todos, sólo los que la luna llena denuncia en la esquina de un bar o la salida de un cine; aquellos que apuñalan la alegría nocturna forzando al recuerdo. El beso diurno, en cambio, es sólo una ráfaga de voyeurismo. El que se da a la salida de un motel como despedida de una aventura o el de la locomoción estudiantil con temor a ser ridiculizado. No, el beso nocturno tiene un efecto superior al que se mira de día. Hay complicidad entre los amantes, aceptación y deseo. Es atemporal, semiespacial y sin jerarquía. El beso es un bolero repetido. El transeúnte no es parte de la dinámica interna de ese instante, por ello no advierten la luz perlada que los enfoca. La función inicia y el reflector ilumina con suavidad sus rostros donde los labios se funden en músculo rosado autosuficiente. No hay más, no necesitan más. Entonces el espectador sufre, le encoleriza presenciar la vitalidad de la pareja y mantenerse al margen. Desearía estar en sustitución de alguno de ellos. Poseer y ser poseído. No hay más, pero siente que lo necesita.