miércoles, 16 de septiembre de 2009

Dulces sueños

Ahora que las nubes se han despejado y el sol por fín salido, dos niños sentados en la acera miran pasar a la gente. Entorpecen el caminar apresurado de los amantes del reloj.
Una muchacha sube el puente de La Normal para cruzar la avenida. Trae en su mano el vestido rojo de la tintorería. Sube las escaleras del puente cuidando no resbalar, pues aún están mojadas por la tormenta que sucedió hace tres horas.
Los fuertes rayos espantaban a cuanta rata pasaba por ahí. Los faroles de la calle estallaron con tremenda fuerza. Nadie podía salir. Los cables de teléfono y luz parecían chicotes latigando a los insectos y las cucarachas.
Al bajar el último escalón del puente, la muchacha con el vestido rojo, los niños que antes miraban pasar a la gente le arrebataron el vestido rojo. Ella intentó alcanzarlos pero su tacón se atoró en una de las alcantarillas abiertas de la zona. Los perdió de vista. Desesperada gritó y gritó pidiendo auxilio, pero los policías no atendieron a sus súplicas.
Pasa un inmenso helicóptero tendiéndole una escalera. Se estira, cuando casi lo alcanza pasa un camión. Ella cae estrepitosamente sobre la banqueta en la que antes estaban los niños mirando pasar la gente.
*****
La niña de pijama roja abre sus ojos con miedo y comienza a llorar. Se ha caído de la cama sobre el helicóptero y el camioncito que sus dos hermanos dejaron en la habitación. Afuera llueve torrencialmente. Son las tres de la mañana.

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