Se lee mil veces el mismo poema en la desesperación,
el lugar común,
el sitio conocido.
El que te moviliza,el que sabe de ti,
el que te enamora,
te busca,llega por sí mismo.
Quizá envuelto en un lindo papel con un gran moño rojo de terciopelo.
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Hay que quitarse el velo que empaña la vista, arrancarse la vieja carne, dejar los músculos sangrantes expuestos, llorar sal por los lagrimales, tirar a la basura los pensamientos utópicos, anudarlos y prenderles fuego.
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