lunes, 15 de septiembre de 2014

(A) condicionamiento

En casa éramos cinco. Aunque un día fuimos cuatro, nunca nos acostumbramos a la tranquilidad y la monotonía de los días. Ahora volvimos a ser un pentagrama de personalidades. Existe en este número un poder mágico o chamánico si se le quiere ver de esa manera; es móvil, adaptable y nos hace pensar que no es mucho o poco, sino justo. Cuando éramos cuatro sentíamos que nos faltaba algo, que la vida se había quedado debíéndonos una factura.

Hace poco más de un mes la pequeña Winnie llegó a completar el número. Con su presencia se movilizaron muchas cosas: las carreras juguetonas, los papeles destruidos, los maullidos en la madrugada, las mordidas en las manos... y qué decir de esa rivalidad entre Freya y Higgins. Siempre hay problemas en los mayores cuando un pequeño llega al hogar.

Los procesos son largos y en ocasiones la adaptabilidad es medir fuerzas. Sin embargo, esta tarde, los cinco integrantes de esta familia dormitan en tranquilidad.


miércoles, 9 de julio de 2014

Arrogancia de la adultez

Se viene a la vida con la petulancia de pensarse eterno en ella..
¡Vanidad funesta!
¡Realidad atormentada!

Te descubres en medio de la lluvia,
de pie, derramando sangre y agua.
Esta esquina-féretro que te guarda,
paladas de cal y rocío bendito.
Que sea el epitafio de tu muerte estar en pie, mirando la ciudad.

Te descubres en medio de la soledad habitada.
De  las palabras de aliento "saldremos adelante",
no habrá un mañana después de ahora.
Aceptación,
rendición,
muerte.

La lluvia,
la lluvia, 
la lluvia, 
cae como paladas gélidas esta tarde.

Se viene exigiendo con la arrogancia del mundo,
de todas las generaciones que te preceden,
que te orillan en picada al vacío.

La línea que separa la luz de la oscuridad es muy tenue, imperceptible. 

Naces y te posicionas en el umbral del dolor marcando tu existencia.

Esta esquina
jamás
se vio tan inmensa e inalcanzable
como ahora.

lunes, 28 de abril de 2014

Nocturnal I

La noche está en silencio y aun así a grito profundo.
¿Qué me dices viento, al punzar mi cabeza con tus voces? No, no quiero seguir el sendero trazado. Prefiero la luz oculta del rincón del librero en la sala, esa, la que conoces y donde me has visto tantas veces. 
"¿Por qué ya no escribes?"
Percibo tu voz, distante, añeja.
"¿Por qué ya no escribes?"
Ignoro la respuesta a tu pregunta. Negaré tres veces y siete más ese verbo si llegas a preguntarme, mis antiversos corruptos jamás pretendieron provocarte. 


"¿Por qué no escribes más? Quiero leerte"

¡CALLA! ¿Con qué derecho te atreves a pedir eso? ¿Tú, tú que me has dejado sin aliento, sin voz? Viniste desde lejos, con aires renovados para engañarme, para creer en los vuelos imposibles, en lugares que jamás la humanidad ha conocido ¿recuerdas? Así fue creciendo mi admiración, mi canto, mi alegría, pero se te olvidó advertirme que en esos vientos tuyos vendrían otros a llenarme la cabeza, a matar mis ilusiones. 
"No era yo en ningún momento, en ninguno"
Entonces ¿era yo antes? ¿Soy yo ahora?
"¿Por qué no escribes?"
No tengo que decirte nada, las palabras te las llevas y quizá es lo único que quiera conservar como mío.