lunes, 19 de octubre de 2009

Proemio

Una sala de espera. El sabor del café entre los labios. La erotización como sujeto y objeto de cuantificaciones literarias. Múltiples escenas pasan ante mí pidiendo ser fictivizadas, por ahora son incipientes historias de mundos alternos. Sólo entiendo algo:

Sé de ese nombre.

Sé de ese rostro herido.

Sé de ese error que fragmentó.

Estos huesos calcinados se arrastraron por las húmedas veredas porteñas. Nuevamente el mar con su ir y venir resuelto. Anduve por la Calle de la Amargura esquina Revolución en debate. No estuve yo con mi circunstancia sino contra ella. Crucifixión y redención simbiótica. ¿Miedo? ¿Dolor? ¿Tristeza? Soy un rehilete multicolor en movimiento, buscando, siempre buscando. Las palabras-viento continúan en giro. Faltó la poesía, falto la música, faltó el ron que destilara los pasos de mi ausencia. Todos los cafés del mundo no bastan. La sala continúa en espera.

(Publicado en Revista Origen julio-agosto 2010)

1 comentario:

  1. Esos momentos de lucidez de conciencia nos hacen saber que estamos vivos. Todo lo que nos afanamos en cifrar, resplandece con luz de Sol.

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