Una lee cuanto llega a sus manos y advierte que jamás es suficiente.
Una espera tres, cuatro, cinco horas en una silla del consultorio y entiende la burocracia inutil de un servicio.
Una cree en personas y ellas apuñalan.
Una se ilusiona y cae abruptamente en un abismo de tristeza.
Una espera cortesía y recibe imperaciones.
Una quiere café y tiene que conformarse con un té.
Una desea... y ....
Una no escribe porque no hay palabra más allá de Una y Una es la sombra de sí misma.
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