Cara de Pasado camina lento. Mirada vaga y confusa. ¡Cuántas cosas pudieran decir las arrugas si hablaran! El rostro añejo se desplaza suavemente por las calles. Recluso de sus acciones y ternuras, de la entrega juvenil. Ahora pide clemencia divina en una esquina. Los surcos en su piel son la oblación de la experiencia perdida en las huellas de su ruta.
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