viernes, 27 de noviembre de 2009

Abono

La palabra hablada es más que la palabra escrita.

Las frases se articulan pensando llegar a otro,
derramarse en la tinta-sangre de una copa.

Soy yo la que vaga por las calles cabizbaja.
Arriba y abajo.
La vida es una montaña rusa.

Una noche me esperaba la música en el Paraninfo. Noche culminante de voces y flashes de cámaras ocultas. En mi bolso sólo cinco pesos para el viaje, pensar en la ida sin regreso. 8:30 de la noche. Paro un taxi aventurándome a la negativa. "Me gusta curar las angustias de la gente, la vida es mejor así". Un traslado largo, apresurado, urgente. Al final el pago con un libro. La palabra abona a un viaje en tranvía, un café o una comida. La palabra hablada es más que la palabra escrita y esa noche sirvió para llegar a la música.

Una noche, un taxista-médico, alivió la herida que produce el consumismo.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Voces sueltas

La lágrima cae sobre el beso que se resbala en una taza.
La tristeza se convierte en erotismo.
El cuerpo se ahoga en un mar de deseos.
Tomo la última gota de café este día.

Despedidas de esquina

Mordisqueo levemente tus labios con ese goce exacto entre dolor y placer. Mi mano va sin prisa descendiendo hasta el cinturón café que te sujeta. Vacila un rato por el lugar público.

El deseo comienza el ritual nocturno de luna llena.

Decidida entra, cual reptil, en la cueva misteriosa. Un gemido ahogado entre las dragonescas lenguas en posesión, ahí, sin prisa. La epidermis en punta de mis dedos hace contacto con la tuya erecta, dibujándola.

Mi boca continúa devorándote.

viernes, 13 de noviembre de 2009

X

Noche fría en Guanajuato. Cumplo con la cuota epistolar de cada mes abonando al recuerdo. Esta noche, Eros seduce a Afrodita con sólo una mirada. La vida no es literatura ni la música es poesía. Entre las voces, la palabra se yergue señorial en espera de respuesta. Silencio incómodo cargado de deseos y susurros. El lente ajeno de los todos invade su espacio. Eros preferirá pensar en Afrodita antes que llegar a ella, pues aún le falta dominar el nerviosismo que le provocan sus labios.

martes, 10 de noviembre de 2009

Lunes y jueves

Hoy debe ser jueves. Lo intuyo. Han pasado tres días desde que escuché sus zapatos apresurados por la calle la última vez. Los lunes ella camina así, nerviosa; no los otros días que parece disfrutar de las partículas en el Universo.

Recuerdo cuando la conocí. Ella se veía tan triste. El llanto contenido en sus ojos. Me daban ganas de acercarme a sus pies, contactarla en ese acto humilde. Su figura encorvada bajo el paradero de buses. Su respiración a punto de desembocar en torrente ácido. Ella, ahí, aislándose de todo. Yo, cerca, embelesado en su figura intentando ser su mundo. Ese instante era el necesario para apropiarme de su aroma. Aprendí a escucharla y olerla a lo lejos. El plac-plac de sus zapatos me remota a los juguetes de madera infantiles en la casa donde vivo, quizá es eso, pienso en una niña cuando oigo su caminar.

Me ha descubierto en ocasiones tras la reja del edificio. Al inicio sólo sonreía cortés mientras corría, con el tiempo se ha hecho un código secreto: la mano levantada y el susurro de un "hola precioso". Añoro esas palabras de sus labios, es ella la que sabe decirlas. En ocasiones, los lunes, cuando estoy en casa, salgo a las 4:00 de la tarde sólo para intentar toparme con ella. Se ha convertido en mi motivación. Sé que es esa hora porque escucho a la señora decirlo a diario "las cuatro en punto y no hemos partido". Cuando ellos no están, yo deambulo un rato por la casa. Me hundo en la desesperación rasguñando los muebles.

Hoy debe ser jueves, lo dije. El aire se respira distinto. Ahora en invierno, los árboles toman un raro tono. ¿Será que por Mariano Otero todo luce así? No, hoy es jueves porque son las 4:00 de la tarde y ella aún no aparece. Pienso que se detiene a ver las nubes un rato, como yo lo hago cuando pienso en ella. Camina lento como pisando arena, tan dulce sensación entre los dedos. ¿Quién no gusta de seguir a una mariposa o de apreciar las extrañas formas de la ciudad? Los jueves siempre ríe. Me gustan sus jueves. Me gusta su sonrisa. Me gusta la casi caricia que me da a través de la reja. ¿Sabes qué hora es? Deja me limpio mientras llega. ¡Es miau jueves! Y también el de ella.