lunes, 16 de noviembre de 2015

KuroCat

Para los luminosos ojos verdes 
en medio de la negritud de la noche


Afuera la lluvia viene con pies de plomo, relámpagos y  vientos fuertes. Recuerdo a mi abuela y la historia que me contó cuando era pequeña, había una noche similar a ésta. Se acercó con una silla a mi lado y me confesó: "Preciosa, no tengas miedo, se escucha así porque del cielo están descendiendo ángeles"

-¿Ángeles? pero no los podemos ver- yo aseguraba incrédula
-Sí, ángeles que se convierten en algún animalito o persona y pasan la vida contigo protegiéndote de lo más despiadado que pueda dañarte. Cuando era niña, así como tú, mi papá me contó esta historia, pero yo tampoco le creía. 
-¿Y ahora crees?
-¡Por supuesto! En noches de lluvia fuerte, cada relámpago es un ángel que cae del cielo, por eso se escucha así y tiene una luz que no te deja ver. Cuando los ángeles caen aún son luces y se tienen que convertir en algo o alguien para que nosotros los reconozcamos. Ellos nos buscan. Vienen a nosotros con la única misión de encontrarnos y vivir junto a nosotros. 
-¿Y por qué? ¿De qué nos protegen?
-De nosotros mismos

No olvido esta sentencia con la que finalizó mi abuela "de nosotros mismos". Acabo de mirar un relámpago cerca. Creo que un ángel viene hacia mí, se escucha como un maullido y arañazos a la puerta.


Jade triste

Hay un hombre devastado en medio de la bruma.

Sus ojos de oxidiana pura rompen en cristales de jade sobre la roca
el corazón sale
                                a tomarse un café con la nada.
El hombre aún postrado,
cae sobre la pileta del sacrificio.

Los cristales, los cristales,
los cristales de jade rodean su cuerpo
y lloran,
y se postran adorándolo.

No hay piedad para este abismo que le inunda.


Los pasos andados,
                                   no son los pies de ahora.
Los besos recibidos,
                                   no son los labios de ahora
Las miradas entregadas,
                                   no son los ojos de ahora


Hay un hombre falleciendo en medio del llanto,
                                                   aún el corazón no regresa.


lunes, 8 de junio de 2015

En ruinas

Por la casa rondan 
fantasmas
suspendidos 
en 
el 
techo.

Caen cucarachas  desprendiéndose de telaraña.

No hay paso para este pie que protesta y camina. 

La muerte sólo puede ser la muerte
y el tiempo se va por el inodoro

Piso impregnado 
que arde 
en llamas 
de diésel derramado.

El gato negro me acusa con su mirar.

martes, 7 de abril de 2015

Luces ronroneantes


Los gatos piden caricias
como si llevaran
su
propia
música
interna.

El mundo cabe en el suspiro donde viaja,
se pertenecen.

Pasajeros del único vagón de lo (im)posible

La cabeza que se acerca a tu mano,
la garra que araña tu rostro
la cola que enrosca                     y atrapa
el infinito
sentido
de lo natural.

El gato es sordo, tiene que serlo,
pues sólo en el silencio puede escuchar las variaciones tonales del aire.

...y pareciera entenderme con ese mismo mutismo del que es dueño.

Una caricia,
dos,
tres
o
cuatro
que rompan el quinto murmullo de estos latidos.