miércoles, 16 de septiembre de 2009

La muerte de la pasión

Él se encuentra sentado junto a la pequeña mesa en el fondo del lugar. Saca una cajetilla de Marlboro y fuma uno. Mira por la ventana de aquel Café, es de noche y llueve delicadamente como lágrimas de ojos eternos. A lo lejos se escucha una suabe música, un blues melancólico que hace llorar en medio de la tristeza. Una joven cruza la entrada.
Ella, de largo escote y con una bolsa en la mano, parecía provenir de un evento cercano. Mojada se acercó al mostrador. Él la seguía con la mirada, le gustaban los zapatos de razo negro que cubrían su delgado pie. Le excitaba la blancura de su piel. Sus brazos descubiertos le hacían imaginar las fantasías sexuales más delicadas, no quería quebrar su frágil cuerpo.
Las gotas en el cristal caían pausadamente. La lluvia disminuía. Él miró nuevamente la ventana. Ahora perseguía el trayecto que seguía una gotita apareándose con otra. Volvió a enfocarse en la joven.
Decidido, puso la colilla del cigarro sobre el cenicero. Iba hacia Ella. Dudó cuando un joven mesero se interpuso. Caminaba ahora con la intención de pagar lo consumido pero Ella ejercía una atracción inusual con su vestido rojo. Esperaba cerca del mostrador casi rozándola. Aspiraba su perfume, "una mujer de carácter fuerte y dominante" pensaba él. Ella no lo advirtió. La voz del cajero lo distrajo de su trance.
-Parece que ya disminuyó la lluvia- decía en voz baja para atraer la atención de Ella, al no tener respuesta alude directamente- ¿Espera a alguien? Disculpe mi indiscreción pero no podía dejar de mirarla.
Ella se apartó del lugar para sentarse en una mesa evitando la charla del desconocido. Él inmutado salía del Café. Las manos en los bolsillos le daban un aire despreocupado. Agachó la cabeza para cubrirse un poco del agua. Caminó dos cuadras y esperó. Una hora más tarde Ella salió del Café. En su rostro se dibujaba la tristeza, llamó un taxi. A la distancia él aclanzó a mirarla. Suspiró la frustración. A su paso encontró a una ebria mujer.
-¿Se encuentra bien? -insinuante se acercó a su brazo
-Voy aquí a unas puertas... pero si no te importa... podemos llegar a una tarifa
-¿Cuánto cobras?-sonrió ruborizado
-400 sólo porque me agarraste de buenas guapo
Llegaron al departamento de Lucy (como antes le había dicho la ebria mujer). El sitio se confundía entre los miles de edificios del sector Libertad. Al abrir observó la precaria condición en que vivía. Una cama individual, la cocina confundida con el comedor y en el fondo un pequeño baño. Lucy lo atrajo hacia el interior, él prefirió sentarse en una de las dos sillas del lugar.
-Bueno, si lo prefieres en la silla...- Lucy se acercaba de manera metódica hacia el cinturón de él -. Dime cómo lo quieres.
Él la miró con asco, se levantó y salió de la habitación dejando atrás los gritos de Lucy. Consternada se sentó en la silla antes ocupada por él. Dormitaba por el alcohol ingerido. Treinta minutos más tarde él regresaba al departamento de Lucy. Se acercó rápidamente a ella y la sujetó con una soga a la silla tan veloz que ella no pudo reaccionar. Lucy gritaba palabras inconexas, él sin hablar la miraba detenidamente. Tomó la otra silla y se sentó frente a ella. Se acercó seductor, sentía el deseo de ella. Sacó un cuchillo de su pantalón. Lo pasó por su rostro y cortó sus labios. La sangre lo excitaba aún más. Bajó hasta la garganta cortándosela. Besó su cuello rojo. Se retiró en la oscuridad dejándola en ese estado.
A la mañana siguiente él despertaba en su habitación. Cansado se dirigía al comedor para tomar su desayuno e ir a trabajar.

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