Las frases se articulan pensando llegar a otro,
derramarse en la tinta-sangre de una copa.
Soy yo la que vaga por las calles cabizbaja.
Arriba y abajo.
La vida es una montaña rusa.
Una noche me esperaba la música en el Paraninfo. Noche culminante de voces y flashes de cámaras ocultas. En mi bolso sólo cinco pesos para el viaje, pensar en la ida sin regreso. 8:30 de la noche. Paro un taxi aventurándome a la negativa. "Me gusta curar las angustias de la gente, la vida es mejor así". Un traslado largo, apresurado, urgente. Al final el pago con un libro. La palabra abona a un viaje en tranvía, un café o una comida. La palabra hablada es más que la palabra escrita y esa noche sirvió para llegar a la música.
Una noche, un taxista-médico, alivió la herida que produce el consumismo.
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