del tiempo
por siglos
y convergimos
en el encuentro
a destiempo,
como constante
de lo inconstante.
En otro mundo,
sí, en otro
las vitalidades se encontraron
sin cuerpo-cadenas
sin leyes-denuncias.
Antes
fueron las sustancias
dos y una a la vez
deborándose caníbales en el beso
desbordándose como ríos que rompen las entrañas.
El tiempo se hizo fuego en la piel.
Esta noche
la luna-cómplice
abre el vórtice del viaje
¿volveremos a encontrarnos?
Te siento.
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