martes, 16 de julio de 2013

El juego del deseo

Todas las tardes ella le espera impaciente en el confortable sillón de la sala. Todas las tardes, invariablemente, él atraviesa el umbral de su hogar a las 19:00 hrs. Se abrazan, se entregan en un apasionado beso y ella prepara la mesa mientras él habla de su día en la oficina. Ella a todo pondrá atención y asentirá con la cabeza como una dama de casa; él en cada anécdota maximizará sus hazañas cual héroe de ficción encarnizado. Así, al final de la cena, ambos se levantarán para prepararse a dormir. Un poco de conversa, un poco de televisión y el tic-tac indica que es tiempo. Nuevamente, se abrazarán, se entregarán en un apasionado beso y se dirán "hasta mañana, amor". 
         Cada noche, cuando él duerma, ella tomará su celular para dejar escapar su inconsciente. Escribirá las más hermosas frases jamás dichas a ese otro que reposa en su pasado. Añorará los tiempos añejos de vagar por las calles y tirar notas musicales en las aceras. Ambos descubrirán que ese mínimo contacto de deseo los sumerge en la imagen fantaseada de uno por el otro. Nunca fue en su tiempo y ahora no es su oportunidad. Ambos se pensaron únicos, pero insatisfechos. ¿Lo son ahora? 
         Por las mañanas ella preparará el desayuno. Atenderá los deberes de la casa. Saludará a las vecinas con una sonrisa traslúcida de emociones. Todo está en orden en este juego cotidiano.  

2 comentarios:

  1. Cuántos casos como el que describes conocemos!
    Haces una instantánea de la vida de muchas personas que ponen todo de su parte para lograr lo que parece "es el destino" . Está bien, a pesar de que existen (existimos) otras que se encabritan ante lo designado. "De todo hay en la viña del señor", dice un dicho, y tú lo captaste fielmente.

    Bien hilado en pocas palabras.

    Cariños.

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    1. Amanda, gracias por seguirme leyendo. Sí, de todo hay en la viña del señor y una no sabe lo que será adecuado o inadecuado. Quizá alguna vez hemos sido también como la protagonista de este relato...

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